06 marzo 2006

El Plan Renove de los electrodomésticos y la paradoja de Jevons


En muchas ocasiones, la ciencia nos aporta una información que contradice al supuesto sentido común. El conocimiento científico es, en gran medida, contra intuitivo, pues, como decía Marx, si la apariencia y la realidad siempre coincidieran, no haría falta la ciencia. Esta reflexión es importante porque gran parte de la percepción ecológica de la realidad tiene una orientación contra intuitiva. Esto es lo que ocurre con la eficiencia. Parecería, en un acercamiento meramente intuitivo al problema, que, si aumenta la eficiencia local de una gama de artefactos, debe también aumentar la eficiencia global. Pero lo cierto es que esto no es así, sino que puede ocurrir, - y de hecho ocurre - todo lo contrario: aumenta la ineficiencia. Este efecto es lo que se ha denominado, en economía, la “paradoja de Jevons”. El matemático inglés Willian Stanley Jevons escribió, en 1865, una obra titulada “La cuestión del Carbón”, en la cual demostraba que la mejora en eficiencia tecnológica de la combustión del carbón, por medio de la introducción de la máquina de vapor, no iba a suponer un aumento la eficiencia energética global, sino todo lo contrario. La explicación residía en que esta mejora introducía un incremento muy fuerte en la tasa de consumo de carbón. De ahí surgió la formulación de la “paradoja de Jevons”, que ha tenido un relectura muy fructífera, por parte de la economía ecológica.Con posterioridad a la publicación de la obra de Jevons, los distintos cambios tecnológicos, en cada uno de los sectores, especialmente en bienes de consumo de masas, han confirmado la descripción del autor inglés. Hoy, los automóviles o los aviones son, individualmente, mucho más eficientes que hace cincuenta años, pero la totalidad del sistema de transporte por tierra o aire es mucho más ineficiente que antes. Actualmente, las lámparas son veinte veces más eficientes que hace un siglo y producir un kilogramo de acero cuesta veinte veces menos energía que a principio del siglo XX. Pero el sistema económico mundial no ha dejado de perder eficiencia y aumentar intensidad energética. El cambio tecnológico ha propiciado el aumento del uso y consumo de estos medios y, con ello, la disminución final de la eficiencia del sistema.La importancia de esta paradoja, para la economía ecológica, reside en que cortocircuita la “ilusión tecnocrática” de salida de la crisis ecológica. No basta con la innovación tecnológica aislada. Es necesario un cambio tecnológico, pero también político y social, para que la sostenibilidad y la eficiencia global sean posibles. De lo contrario, sólo estaremos “trabajando para el inglés…”Esto viene a cuento por la propuesta del Ministerio de Industria, para poner en marcha un Plan Renove de los electrodomésticos españoles. Entendemos que dicho plan no va a conseguir ni la disminución del consumo energético, ni un aumento de la eficiencia energética. Esta medida sólo va a servir para incentivar la renovación del parque de electrodomésticos español, con los costes materiales y energéticos de una obsolescencia artificialmente anticipada. El plan ignora los ciclos de vida de los electrodomésticos e incentiva una renovación que es claramente despilfarradora e ineficiente.Este tipo de medidas, aunque aumenta la eficiencia aislada y local de cada uno de los aparatos, disminuye la eficiencia global y final del sistema, pues, amén de los costes derivados del acortamiento del ciclo de vida tecnológico de los electrodomésticos, promociona e incentiva (por medio de primas económicas) el aumento del número de electrodomésticos y su uso indiscriminado. Este tipo de planes renoves han fracasado, en todos los sectores que se ha aplicado, con respecto al objetivo de aumentar la eficiencia y disminuir el consumo. Este es el caso de la industria del automóvil. Si observamos la tecnología disponible en la actualidad, en España podemos ver que es mucho más eficiente, objeto a objeto, que la existente hace treinta años, pero la eficiencia final y global es mucho menor.Si a esta tendencia inercial del mercado y de la tecnología, en una sociedad de consumo intensivo, le unimos un estímulo económico, inducido desde la misma administración, los efectos perversos son evidentes. La inversión pública, destinada a subvencionar este plan renove, sería mucho más útil, en la búsqueda de la eficiencia, si se destinara a actividades como la calefacción y agua caliente, con paneles solares térmicos, por ejemplo.Este plan es, en realidad, un programa de subvención encubierta a la industria de los electrodomésticos, algo de imagen verde y el efecto político de realizar un pago directo al consumidor, para la adquisición de un nuevo bien.
Francisco Garrido

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